Memoria de los proyectos de identidad continental: Indoamérica

 

« ¿Cuándo será el día en que la paz, haga tremolar su bandera nívea en el continente de habla española y tengamos una sola y constituyamos un grande y enorme pueblo?»

Ricardo Molina, «En Indo-América una sola bandera» (Guayaquil, 1935)

 Rastrear los sentidos de un concepto venido a menos, en tiempos de emergencia de los movimientos de los pueblos originarios en el continente, puede ser iluminador, no tanto de lo que piensan ellos, sino más bien respecto a lo que un sector de intelectuales y políticos criollos y mestizos, han imaginado o pensado acerca de las raíces primordiales y del futuro político y cultural de nuestros pueblos. Nos encontramos en el marco de un abanico de conceptos geoideológicos que convergen en la búsqueda de la identidad continental a liberarse de los legados colonialistas. Si releemos el epígrafe de Ricardo Molina, el editor de una revista ecuatoriana del mismo nombre, Indoamérica era un modo disidente de pensar la Patria Grande, esa que signa las utopías de Simón Bolívar y de José Martí.  

Sus modos de enunciación

Indoamérica fue asumida por las corrientes indigenistas radicales, algunas de ellas de izquierda, como una categoría que significaba la identidad etnocultural del continente por sus componentes raciales y/o culturales nativos, al mismo tiempo que operaba como clave de autoctonía ideopolítica, oscilando en sus muchas variaciones entre el mito de origen y la utopía autonomista. Ciertos resabios positivistas pueden encontrarse en sus formulaciones, de manera explícita o interlíneas. Las raíces bolivarianas y vasconcelianas de los idearios y símbolos indoamericanos no siempre fueron explícitas, pero sí su abierta oposición a las concepciones europeístas y panamericanistas en boga durante la primera mitad del siglo XX.

En ese periodo la apelación a los orígenes culturales  pobló el imaginario de la intelectualidad continental, suscitando muchas adjetivaciones de América: Indolatina, cuya autoría es difícil de precisar, pero no así su presencia discursiva en la diplomacia carrancista; Indohispana, presente en el ideario de Sandino a partir de 1927; América India, asumida en 1929 por una corriente aztequista dirigida desde México por R. J. Durán; Negrindia, reelaboración marginal caribeña cribada en oposición al Garveyismo de los años veinte. Otros términos identitarios fueron objeto de una ensayística política peculiar y conservadora como Indohispana (Teyssier, 1941), o de izquierda, como Indoíbera del escritor venezolano Humberto Tejera, publicada dos años más tarde.

El nacionalismo continental vía la ensayística filosófica y política abrió una nueva primavera de los discursos del mestizaje en clave populista, a contracorriente de una atmósfera internacional proclive a las ideologías de la exclusión. El racialismo indoamericano traduce a su manera sus deudas con la filosofía positivista spenceriana y la sociología de Pareto más que con la antropología culturalista anglosajona.

Indoamérica tuvo más éxito que las otras categorías identitarias alternativas ya referidas entre los años veinte y cuarenta; su fuerza radicó en su densidad semántica al sustantivizar el espacio continental, pero también por apoyarse en la proyección intelectual de sus autores y propagandistas. En la segunda mitad de los años veinte se pueden encontrar las primeras señas indoamericanas, en el pensamiento de Haya de la Torre y Mariátegui, coexistiendo al lado de otros términos, como América Latina o América Indoíbera, sin conflictuarse entre sí. Haya de la Torre fue su principal abanderado.


 

 

En los años treinta esta categoría en construcción logra sus más puntuales elaboraciones: en Ecuador, con Ricardo Molina (1931), Luis Monsalve Pozo (1934) y Pío Jaramillo; en Chile, con Lipschütz (1937), y en México, con Ángel M. Corzo (1938). Lipschütz, judío estoniano, fisiólogo y ensayista, dejó Europa en 1926 con la finalidad de encontrar un espacio académico y político más tolerante en tierra sudamericana. Le había tocado participar en la Revolución de 1905, la cual conmocionó a las ciudades de San Petersburgo y Riga. Militó en las filas de la socialdemocracia y tuvo vínculos cercanos con Karl Kautsky, figura grande del marxismo alemán. A su arribo a Chile se incorporó a la vida académica de la Universidad de Concepción y se vinculó a las redes de la izquierda intelectual chilena y extranjera, en su mayoría, exiliados. Se le reconoce el mérito de colocar en la agenda política y académica chilena la cuestión mapuche, entonces declarada nimia y su peso demográfico exiguo. Sostuvo todo lo contrario, por lo que fue objeto de muchos ataques reaccionarios.

En cambio, en el más pequeño país andino –Ecuador– la recepción de Indoamérica cobró más fuerza en las ciudades de Guayaquil y Cuenca que en Quito. Ricardo Molina, periodista y escritor ecuatoriano, publicó desde Guayaquil Indoamérica, revista de periodicidad mensual, presumiblemente vinculada a las redes del exilio aprista peruano en dicho país.[1] Por su lado, el escritor y sociólogo ecuatoriano Luis Monsalve (1904-1976), destacó como conductor del  Instituto Normal Manuel J. Calle, como profesor de la Universidad de Cuenca y como Ministro de Educación Pública en 1966. Fue un cuadro dirigente del Partido Socialista Ecuatoriano y su representante ante el Congreso en diversas ocasiones. Para efectos de lo que nos interesa dar cuenta, debemos destacar que su  «Ensayo sobre el Indio Ecuatoriano, Cuestiones de su Vida y su Pasión», obtuvo el Primer Premio en el Concurso Interamericano de Literatura promovido por la Casa Ferrer de New York.[2] Su postura sobre Indoamérica no puede disociarse de sus planteamientos socialistas acerca de la cuestión agraria e indígena. Defendió los valores de la tradición comunal andina y la necesidad y viabilidad de la Reforma Agraria. Pío Jaramillo, nativo de Loja, Ecuador, considerado la figura más representativa del indigenismo de ese país, osciló entre el liberalismo radical alfarista y el socialismo. Fue deportado en 1926 y a su retorno, participó de manera destacada en la constitución de la Liga Antiimperialista de su país, ramal de la Liga Antiimperialista de las Américas, con sede en México. Sus ensayos y escritos sobre el indio ecuatoriano cubrieron un arco temporal significativo entre los años 1922 y 1956 y en más de uno de ellos recuperó la noción de Indoamérica.

 

Indoamérica fue también el nombre de dos periódicos políticos editados desde la Ciudad de México en 1928 y 1938, respectivamente: el primero fue dirigido por Manuel Gallardo Bolaños con la finalidad de ser el vocero de la célula de la Alianza Popular Revolucionaria (APRA) en México,[3] y el segundo, como tribuna ideológica del Frente Indigenista de América. Entre una y otra publicación, el Grupo Indoamérica publicó América India (1930), que no debe confundirse con otra del mismo nombre, editada en 1929. Los idearios de estas organizaciones a pesar de su afinidad deben ser contrastados.

La gravitación del pensamiento de Haya de la Torre sobre estos autores no puede ser desdeñada, aunque no anula ciertas vetas de originalidad en los autores mencionados. Veamos en síntesis su propuesta:

Las invasiones de las razas sajonas, ibéricas y negras, como las asiáticas y el resto de Europa, que nos han llegado, nos llegan y llegarán, han contribuido y contribuyen a contextuar la América nueva. Empero, pervive bajo todas ellas la fuerza de trabajo del indio. Si en Cuba ha sido extinguida y en la Argentina o Costa Rica muy absorbida, el indio sigue siendo la base étnica y social económica de América, tanto el que vive dentro de la civilización en el presente, como el que en inmenso número se agrupa todavía en primitivas organizaciones tribales. Con la raza india se fundirán muchas otras, pero nuestra América encontrará su definición y su camino antes que esos setenta y cinco millones de indígenas hayan desaparecido. [4]

A modo de cierre

En 1940, el peruano José Montenegro Baca escribió una provocadora novela titulada Indoamérica en el año 3580. Su filiación aprista  impregnó el corpus de su texto y su horizonte ficcional, el cual puede ser resumido con el espíritu admonitorio de esta frase memorable: «Para los indoamericanos el presente no es nada, el porvenir lo es todo”.[5]

 Décadas más tarde y con motivo del Quinto Centenario, un colectivo de antropólogos propuso infructuosamente desde México otra categoría alternativa sustantivadora: Amerindia, marcada con fuertes tonos etnicistas, la que no sobrevivió al momento conmemorativo en que emergió. Marchaban a contracorriente de la maquinaria mediática transnacional que a partir de la Segunda Guerra Mundial impuso el uso corriente de América Latina o Latinoamérica, el primero de conocidas raíces ideológicas francesas y el segundo, anglo-norteamericanas. Bajo ese contexto, la identidad plural del Caribe quedó fuera de lugar. Sus reflexiones no fueron ajenas a nuevo despunte de las organizaciones de los pueblos originarios y de sus movimientos, los cuales terminaron por asumir una categoría nativa alternativa: Abya Yala, de origen Kuna. 

Por su lado, los discursos académicos y políticos se inclinaron por reactualizar el sentido de Indoamérica y de otros términos afines, algunos de los cuales habían servido de carta ideológica de legitimación de varios indigenismos populistas durante los años treinta y cuarenta. Su veta integracionista ha sido en los últimos años cuestionada, por sus sesgos etnocidas intranacionales, a la luz de la defensa del paradigma de la diversidad etnocultural. Sin embargo, ello no nos puede hacer olvidar que –en su tiempo–  el indoamericanismo y sus variantes confrontaron al Estado etnocrático y a la cultura oligárquica, así como a sus cultores criollos y mestizos.



Fuentes

  • Avilés Pino, Efrén, Enciclopedia del Ecuadorhttp://www.enciclopediadelecuador.com/temasOpt.php?Ind=1459&Let=, consultada el 10 de febrero de 2014.
  • Corzo, Ángel M. Ideario del Maestro Indoamericano, México: DAPP,  1938.
  • Haya de la Torre, Víctor Raúl. ¿A dónde va Indoamérica?, Santiago de Chile: Editorial Ercilla, 1961.
  • Janon Alcívar, Eugenio de, El viejo luchador, su vida heroica y su magna obra: compilación de documentos histórico-gráfico-literarios, Volumen 2, Quito: Talleres Gráficos Nacionales, 1948.
  • Lipschütz, Alejandro. Indoamericanismo y Raza India, Santiago de Chile: Editorial Nacimiento, 1937.
  • Monsalve Pozo, Luis. Indoamérica, Ecuador: Universidad de Cuenca, 1934.
  • Tejera, Humberto. Maestros Indoiberos, México: Ediciones Minerva, 1943.
  • Teyssier, Ezequiel. México, Europa y los judíos. México: E. Claridad, 1938
  • _____, América Indohispana y Yanquilandia, México: Ediciones Claridades,  1941.
  • Indoamérica, órgano de la célula del APRA en México, México, 1928, núms. 1–8.
  • Indoamérica, órgano del Frente Indigenista de América (Dir. José Favio Crespo), México, núms. 1-5.
  • América India, vocero del movimiento "Reintegración Económica Mexicana" (Dir. R. J. Durán), México, 1929-1930, núms. 1–3.
  • Indo-América, Guayaquil, Ecuador, 1931-1935 (Dir. Ricardo Molina).

 

[1] (Janon, 1948: 702) 

[2] (Avilés Pino: s/p.).

[3] Gallardo militó en las filas apristas hasta 1938, según se desprende del siguiente documento: Guillermo Vegas León, secretario del interior del Comité Aprista de México, a Manuel Gallardo Bolaños, México, 8 de Octubre de 1938. Fondo Reservado “Luis Eduardo Enríquez Cabrera”, BENAH.

[4] (Haya, 1961: 26-27).

[5] Montenegro Baca, José. Indoamérica en el año 3580, Trujillo, Universidad Nacional de Trujillo, 1940, p. 216.

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