Proximidades a varias tesis de Haya de la Torre

Otto Moralez Benítez (Colombia)*

 


Fragmento del ensayo presentado por el autor con ocasión del la celebración del Centenario del nacimiento de Victor Raúl Haya de la Torre. 


 INDOAMÉRICA

 

Dentro del marco de reflexiones sobre nuestra área, Haya de la Torre formula algo cardinal:  ¿cómo debemos nombrar el continente? En sus libros Defensa continental y Hacia dónde va Indoamérica?, él planteó lo que en uno de sus capitulos es: "la cuestión del nombre". Es algo de alcance político, económico, que define una posición y lucha contra las formas de sometimiento del pensamiento al euro-centrismo. Él quiere que no predominen las fuerzas extrañas a nuestro destino, dando respuestas auténticas a cada demanda social, política, cultural, económica. No es admisible aparecer en vasallaje. Es parte de su estremecido mundo de rebeldía contra cualquier forma de sometimiento. Haya lo explicó con precisión ideológica: "Hispanoamérica, igual colonia; Latinoamérica, igual emancipación y república; Panamérica, igual imperialismo: INDOAMERICA, igual unificación y libertad".

 

Alguien podría anotar que son tesis conocidas. Es cierto. Pero hay que remarcarlas para las gentes que vienen detras del ideal Aprista y demandan conocer los principios capitales. En una página escrita en El Tiempo de Bogota, indica el líder que cada vez tiene mas alcance y significado. Leámoslo con vocación de entendimiento:

 

"La vigencia del nombre Indoamérica cobra especial acento ahora -lo escribe en 1966- en que parte de las ''West Indies", o Indias Occidentales, va independizándose para quedar dentro del ámbito regional de nuestras repúblicas. Pues a despecho de su lengua sajona, Jamaica, Trinidad y Tobago, y recientemente una Guayana, son porciones territoriales de aquellas ''West Indies'. Y son, asimismo, democracias parlamentarias representativas con ejemplares elecciones libres sin intervención militar, y, por ende, con propio gobierno autonómico. Ellas, por raza y por idioma, no pertenecen a la jurisdicción de lo "hispano" o "iberico, al igual que Haití, pueblo del que se diferencian en que tampoco son 'latinas' por el habla".

 

Su ardentía por el destino del área, fue una constante de su pensamiento político. No vivió aparte del devenir continental. Al contrario, se sumergía en sus problemas; consultaba los derroteros de sus partidos; se solazaba en las perspectivas inmensas que se abrían a la unión de nuestros países. Él quería que, sin exclusiones, combatíeramos contra la serie de dificultades que se presentan para adelantar una obra conjunta. Él, advertía que se oponían obstáculos psicológicos, que dañaban y rompían la capacidad de unidad, primando el desconocimiento de la realidad, nuestros orgullos patrióticos y, básicamente la desorientada lectura de nuestra historia. "Han primado y vencido e impuesto la separación las rivalidades de predominancia política, las luchas religiosas, las contraposiciones raciales, las diferenciaciones idiomáticas, los apetitos de imperio, la competencia industrial y su comercio".

 

Son, concluye, "batallas innumerables". Nos hacen daño en el proceso integracionista.

 

"Nuestras repetidas crísis de producción y de cambio; nuestro lento desarrollo; nuestros contrastes entre vastas mayorías de población sujetas a una economía rudimentaria bajo minoritarios grupos sociales afortunados, son males que no ha remediado, ni va a remediar el aislacionismo".

Por eso, Haya reclama, al mismo tiempo, que se examinen las Constituciones. En ellas hay una serie de principios acerca de las defensas humanas. Es bueno que se aglutinaran esas disposiciones y con sus textos, armonizados, lanzar una Carta Magna que señale nuestros deberes jurídicos. Así definiríamos, deslindaríamos y evitaríamos perturbaciones en el futuro y se encontrarían las coincidencias democráticas, que dejamos abandonadas con frecuencia. Es otra manera de garantizar que los postulados se dirigen hacia resultados positivos. Él lo dijo con claridad:

 

"Si todos los estados americanos deben unirse para defender su existencia democrática de la amenaza totalitaria exterior, deben unirse también para defenderla de la amenaza totalitaria interior".

 

Ésta se nos olvida a veces, a pesar de la cercanía, por no querer enfrentar la circunstancia inmediata, por falta de comprensión aguda de lo que golpea nuestro devenir. Eso lo estamos viviendo mucho en el continente en este tiempo histórico de tanta confusión y perplejidad. De allí que lo primordial es que la unión sea de pueblos y no de gobiernos. Porque mientras persistamos en el aislacionismo, viviremos en gran debilidad para negociar y agobiados por una subordinación económica. Es indispensable pensar con intensidad este acápite; que ahondaramos en la debilidad de las declaraciones de nuestros Presidentes en las reuniones de Cartagena (1994) y en Miami, en las cuales no se establece una presencia explícita de nuestros problemas, cuando hay una complacencia en las líneas generales que reclama el imperio. Algunos representantes de nuestros afanes colectivos, han aconsejado "pragmatismo" para aceptar, sin razonamiento, lo que se propone, sin hacer presentación de nuestros intereses y sin reclamar nada. El silencio complaciente en el área internacional. Es realmente desvelante el texta de los documentos. Hay casi un abandono de lo nuestro. Parece que se estuviera cumpliendo lo que previó y denunció, Haya de la Torre, como motivo de alarma para Indoamérica, como es que los mercados comunes de los estados superdesarrollados, requieren el contrato-­relato de los mercados de los países infradesarrollados. Es otra materia, entonces, que surge para el estudio en nuestros días. El mismo líder se quejaba de que adolecíamos de falta de conciencia histórica y ello conducía a que nos desentendieramos de cúal había sido nuestro lento crecimiento; las peripecias inquietantes con el imperialismo y las urgencias de cada país para defender su pequeña y debil eonomía. ¿Nos estará aconteciendo esto, en este momento de tan patética recomendación de inclinarnos, pasivamente, al "pragmatismo" continental?

 

Esta situación de lndoaméricaa, hay que mirarla en relación a la filosofía de los mercados comunes que se dirigen hacia una federación continental. En nuestro caso, ¿cómo sería el manejo de esta? En diversos escritos, Haya de la Torre enfatizaba que los expertos en el mercado europeo, denunciaban que "es más hacedero un programa de comunidad económica en países subdesarrollados que en los de alta industrialización". En los días de la administración de Eisenhower, éste celebraba la unión económica de nuestro continente, que se anunciaba con mucho énfasis, cuando él visitaba Chile. Ahora se nos felicita, como lo hizo Clinton, en Miami, por el hecho de que, de acuerdo eon el discurso inicial que pronunció, nosotros favoreceríamos tanto la demanda de productos estadinenses, que en su patria crecerían los empleos en varios cientos de millones. Pero nada inquietó nuestro desempleo, sus límites en la producción y su miseria. De pronto, al desgaire, manifestó que sería bueno que nos viéramos frente a una nueva Alianza para el Progreso, sin aclarar ni dónde, ni cómo, ni cúando. Los europeos comentaban que muchos sectores imperialistas y con criterio limitado de sus conveniencias, son adversarios, encubiertos o declarados, de cualquier propósito unionista nuestro. Tampoco nos hemos querido percatar de esta observación.

 

Ninguno de estos exámenes se debe realizar con espíritu de bronca antiyanqui. La realidad es que lndoamérica no es Europa, pero está mas cerca de los Estados Unidos. Durante años, especialmente en la guerrafría se combatió el Aprismo y, desde luego, a Haya de la Torre, con el argumento de su denuedo frente a los Estados Unidos. Fue otra mentira cuando proclamar el anticomunismo producía dividendos. Desconocían que el líder, en 1928, al comienzo de su carrera politica, indicó que Estados Unidos e Indoamérica se necesitaban recíprocamente. Declaró también que es bueno que se mantenga la solidez de los Estados Unidos del Norte y que aparezcan los Estados Unidos indoamericanos. Estos son posibles, como él lo anotaba, porque los problemas interamericanos son menos comparados con los del Viejo Mundo para llegar a su unificación económica y política. Con Estados Unidos tenemos un problema psicológico o de buena información. Es nuestra maxima dificultad. Insiste, remarca y profundiza en sus extensas posibilidades. Vuelve a proclamar que ese es nuestro futuro. Para el las relaciones interamericanas, que las concebía gobernadas a traves de la Carta Magna, deben acentuarse para los diferentes acaeceres. Para el jefe y conductor la unión indoamericana estabilizaría los intercambios de dos vastas secciones de nuestro hemisferio: el interamericanismo democrático sin imperio, porque el entendimiento con Estados Unidos debe ajustarse a "vigorosos enlaces jurídicos".  

 

 

 

Variantes de la soberania.

 

La integración, ha variado los principios tradicionales de la soberanía.  Haya de la Torre insiste en que ésta no puede existir si no hay "soberanía popular", que es su esencia democrática. Y volviendo sobre lo que corresponde al continente, le permite formular un juicio en cuanto a la "unidad de principios interamericanos que esclarece y corrige el desviado sentido de la soberanía nacional o soberanía del estado, encuadrándolo dentro de su auténtica significación". Asi como hay un Tratado de Asistencia Recíproca para repeler cualquier atentado contra un estado de nuestra órbita, debería, ciñéndose a su propuesta, crear otro tratado de igual categoría para defender la democracia. Así la soberanía popular sería base de la nacional. Se llegaría al pueblo continente de la propuesta agudísima de Antenor Orrego. 

 

Para que acontezca, propone que haya unas soberanías escalonadas e indisvinculables: la popular, la nacional, la continental, la hemisférica o americana. Me solazo en repasar estos postulados, porque me doy cuenta de que los hemos abandonado. lmpetran divulgación, crítica y un nuevo apostolado para que se vuelvan voluntad creadora de los partidos políticos en Indoamérica. Ése es el mandato de la hora. El aplicarlos, llevaría a que nacieran obligaciones internacionales interamericanas en el mercado común. Sería la solidificación y el triunfo de su principio acerca de la soberanía interdependiente. 

 

Indoamérica y otros aspectos. 

 

Pero allí no terminan sus prédicas en lo referente a los problemas de Indoamérica. Crecen sus exámenes y sus perspectivas valorativas se extienden por varios de los mas exigentes ambientes de la realidad que nos circunda. Está siempre en vigilia. Pero más que ésta, en acecho. Abierto a interpretaciones que antes no se han formulado. Es un verdadero teórico de cúal es el enfoque para situarnos, descubrirnos y vislumbrar el porvenir. Esa es una de !as trascendentales importancias de su mensaje.

 

Del continente predica una comprensión unitiva. No puede concebirse más como parcelas, archipiélagos, balcánicas resistencias a la integración. Él, refiere cómo se formó la unidad de Estados Unidos. Trece estados débiles, subdesarrollados, tomaron la decisión de unirse, apoyados, precisamente, en sus mismas mermas y debilidades. Nuestros pueblos deben tomar conciencia de sus responsabilidades y, además, de la riqueza de perspectivas que se extienden sin ninguna mengua, diferente a la miopía de sus dirigentes. Por ello repetía que Indoamérica debería entrar de lleno a las jerarquías ecuménicas, que son en síntesis: a) la cultura integral; b) superar los nacionalismos; c) el capitalismo reemplazarlo por un cooperativismo democrático; d) abolir el militarismo político; e) formación de una gran comunidad estatal o civil continental.

 

Su razonamiento se extiende a los diferentes frentes de lo que debemos y necesitamos esperar. Insiste en la unión del continente para: 1o. controlar las inversiones extranjeras para impulsar la industrialización; 2o. su autonomía frente a riesgos intervencionistas  de los paises mås fuertes; 3o. acrecentar el poderío económico, explotando las riquezas naturales y llegar así, con el empleo de los rendimientos que aquellas entreguen, a democracias más justas y estables.

 

No terminan allí sus criterios. Cuando a Hemingway le dieron el Premio Nobel, escribió un artículo para destacar cómo la falta de cohesión, nos hacía perder la oportunidad de levantar nuestros nombres al sitio de consagración que merecían. No tenían quien los impulsara. Si existiese una coordinación, sobresaldrían muchos de los intelectuales que en el ensayo, la novela, la poesía, la creación científica, deben tener un alto puesto de reconocimiento. Cuando se otorgó aquel galardón, se mencionaban los nombres de Alfonso Reyes y de Rómulo Gallegos. No hubo un esfuerzo para contar cómo era la dimensión que Reyes tenía como ensayista y sus páginas, de profundo fulgor, no podían conocerse porque no se habían traducido. La comprensión mestiza de su tierra, se detenía en el asombro que producían las fábulas de Gallegos en círculos cerrados. Si tuviéramos su novelar en varios idiomas, se descubrirían tantas nobles y apasionantes facetas de nuestro laborar, sonar y vivir. Lo único que se escucha es que "las inteligencias son ofendidas y desacatadas por la brutalidad".

 

Hay otros escritos en los cuales puntualiza, con amargo sentimiento por la frustración de la comarca; en sus recorridos visita las bibliotecas de los mås calificados centros culturales. Esa es una de sus pasiones. Hay una ausencia y desconocimiento de libros: no se pueden consultar ni los de Caro, Bello o Cuervo, Reyes, Gallegos, Asturias, German Arciniegas, Vallejo, Barba Jacob, Pellicer, Paz o Germán Pardo Garcia. Estamos en la intemperie, fuera de las corrientes donde circulan valores de la inteligencia. Nadie da razón de una publicación de tanta calidad como Cuadernos Americanos o Repertorio Americano. Lamenta que se haya clausurado la Revista Cuadernos que, en París, dirigía el maestro Germán Arciniegas. Desde ese momento quedó Indoamérica sin un sitio de referencia para  mostrar, demostrar y difundir nuestra cultura. Nos hunde en el silencio la falta de unión.

 

Es una conciencia integral la que lo desazona. No se le escapa ninguno de los grandes conflictos o esperanzas que nos circundan. Como hombre de cultura, extiende su mirada hacia los más disímiles mundos de la vida interdisciplinaria de nuestros pueblos. Por haber tenido tanta y profunda cercanía a la filosofía de la historia, revisa frecuentemente las tesis de Arnold J. Toynbee. Este, escribe que nuestra civilización americana es parte de la occidental. El jefe peruano sostiene que la civilización americana es nueva y distinta y no primara la de los Estados Unidos. Será novomúndica, en la cual confluirán dos conciencias históricas -espacio-temporales-de la América: la del Norte como zona focal de la ciencia y la tecnologías (edad atómica para formular una síntesis) y la lndoamericana, que es un campo de nueva fusión de razas y de pasados históricos.

 

Para mayor comprensión, tenemos que examinar una pagina suya en la cual retoma la aclaración de la "cuestión del nombre", indicando las calidades y condiciones que nos distinguen: "Hispaoamérica" es denominación que excluye injustificadamente al Brasil, al cual en revancha algunos empecinados nacionalistas portugueses han tratado vanamente de llamar "America Lusitana" o "Lusitanoamerica". Y el otro vocablo "lberoamérica", no comprende a Haití, ni place tampoco a los brasileños por la tendencia hispánica de identificar imperialmente a lberia con España. América Latina -la denominación hoy predominante y más ámplia -es, como se sabe, referida a las lenguas europeas que hablamos, pero no abarca los aborígenes tan enriquecedores en palabras y modismos, de nuestro "injerto verbal", ni, como queda expresado, a las colectividades afro-americanas por raza y anglo-sajonas por idioma, que son las que conservan en inglés el nombre que España dió a nuestro continente: West lndies.

 

*Otto Morales Benítez. Jurista, político, investigador, académico y ex ministro colombiano. Premio Príncipe de Asturias, 2011. 

 

Leer ensayo completo en Pueblo Continente.

 

 

 

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